POSTAL NAVIDEÑA

Las madres somos tontas.

Una vez establecidos los principios vamos a desarrollar el teorema.

Cuando tu nene tiene meses y está toda la familia remando sobre los ríos de baba, te parece monísimo editar unas postales navideñas con el roro disfrazado de niño jesús mientras juega con sus manitas y un par de bolas de navidad. (No, nunca jamás de Papa Noel, niño jesús y punto)

El caso es que la postal tiene tanto éxito que al año siguiente se te ocurre plantarle un par de alitas de angel, el pijama blanco y hacerle fotos delante del belén.

Claro que un niño de año y medio es mucho menos dócil y colaborador que uno de meses, y el enano (que ya de roro nada) tras un millón de fotos y un par de horas de pelea salió con cara de mala leche y lágrimas en los ojos, mejor no os cuento como acabaron las alitas de ángel, todavía aparecen plumas de la batalla campal y ya han pasado doce meses.

Pero es que la familia sigue pidiendo más carnaza así que este año y después de defenderme recordando las maratonianas sesiones fotográficas de los dos anteriores, no me quedó más remedio que ceder y continuar con la tonta tradición navideña que yo misma inauguré (a eso venía lo de que las madres somos tontas, e imprevisoras añado)

El caso es que, derrumbadas mis defensas ante el ataque conjunto y sincronizado de toda la familia, directa y política, empecé a pensar en disfraces para la postalita de marras.

por votación popular ganó el disfraz de pastorcito (mi hermana y mi marido contra mi, mayoría)

Conseguí una pelliza de oveja.
Conseguí un bastón tamaño infantil.
Conseguí una ovejita de peluche
Lo que no conseguí fué al actor principal que en cuanto sintió el tacto de la pelliza empezó a gritar como si quisiéramos despellejarlo en vez de empellejarlo, claro que los 30 grados del interior de casa no ayudaban pero juro que el trauma fue excesivo incluso para sus dotes de actor, así que cedí y cogí el teléfono.

Abu, que tu nieto no quiere disfrazarse.
Tita, que tu sobri no quiere hacerse fotos,
Yaya, que tu nieti pasa de la navidad.
Bisabuelos, que vuestro bisnieto dice que se hace republicano.
Yayo, que el enano no desea nada bueno a nadie.

Respuesta unánime:
Y a mi que, oblígalo, yo quiero MI postal.

Es que mi familia no es nada tolerante con la idiosincrasia infantil.

Así que volví al ataque. esta vez sin pelliza.

Y sin cámara, el enano, previsor él, le había hundido el objetivo.

Lamentablemente la tita, que pasa de venir a hacerle fotos pero no de recibirlas, se prestó voluntaria a cederme su cámara.

Al final, tras toda una mañana de sesión fotográfica, conseguí UNA foto en la que el diablete parece que sonríe y de fondo sale un belén que milagrosamente sobrevivió a la rabieta.
Que el niño le sonría a los dibujos de la tele en vez de a la perspectiva de la navidad y que el brillo de sus mejillas no sea arrebato de salud sin sofocón de lágrimas es lo de menos.

Yo he cumplido

Y tonta de mi, he prorrogado la maldita tradición un año más.