26.7.06

INCOMPATIBILIDAD DE CARACTERES

Lo maté por culpa de mi abuela, no la quería mucho pero la visitaba con disciplina prusiana todos los martes de siete a ocho treinta, iba a su casa y me sentaba al lado de su sillón mientras ella me contaba hasta el último detalle la discusión con la vecina, la nueva reforma de la casa o la boda de la hija de la sobrina del vecino del quinto
- Si hijo, si, pero si la conoces de toda la vida, la morena gordita que te cuidaba los sábados por la tarde, entonces vivían en el piso de enfrente y tenían un gato gordo que te arañó el día de tu cumpleaños y tuvimos que llevarte corriendo a urgencias, claro que al gato lo envenené luego, son un peligro esos bichos, ¿no caes? si es que eres un desastre, no te acuerdas de nada
- No, abuela, lo siento pero creo que no me acuerdo de nada de lo ocurrido antes de mi quinto cumpleaños.
Pero mi abuela nunca entendió ni los cinismos ni las frases con doble sentido así que aguantaba el chaparrón y a las ocho y media en punto me daba por liberado de la tortura semanal y me escapaba a mi ordenado mundo sin gatos ni vecinas del quinto.
Se murió muy rápido, un jueves, en un par de días pasó de encontrarse un poco mal a vomitar sangre mientras nos miraba con ojos espantados desde la cama de la UVI donde intentaban retener la sangre que se le escapaba por cualquier orificio, me dio tiempo justo de cruzar la ciudad en un vetusto autobus, parecía que me estaba esperando, de repente se incorporó, me miró con ojos enormes mientras intentaba coger aire con un ruido espantoso y a la vez que yo entendía lo de los estertores de la muerte, ella entendió lo de la luz blanca.
Mientras mi madre y mi tía se abrazaban entre lloros yo solo pensaba en que por fin tenía libres las tardes del martes.
No voy a aburriros con todo el papeleo que lleva una muerte, como parecía ser el mas entero de la familia me tocó lidiar con el empleado de la funeraria que apareció en tres cuartos de hora, en una hora ya estaba decidido ataud, flores, esquela, velatorio, recordatorios y forma de pago, sólo quedaba pendiente ir a encargar la lápida, dijo mi tía que se encargaría ella.
Al día siguiente fué el entierro, tras una tarde comprando un traje negro y una noche de velatorio lo último que me apetecía era una misa y un paseíto al sol hasta la pared donde íbamos a meter a la abuela con el abuelo, al fin juntos, y esta vez para siempre.
Si sois españoles ya os sabéis el proceso, los extranjeros deberían saber que aquí somos muy pudorosos con la muerte así que nada de fiestas, ni canapés ni mucho menos alcohol, la muerte se despacha con rapidez y clandestinidad, lo antes posible, en menos de 24 horas por imperativo legal, o al menos eso dijo el de la funeraria, en cualquier caso sin tiempo material para que los interesados pasen el shock de la muerte ni los no interesados lleguen a enterarse a tiempo para acudir, unos rezos, ataud al agujero y un poco de cemento para tapar la herida en el muro cubierto de lápidas en todos los tonos del gris.
Hasta ahí todo era bastante normal, tras los saludos y besos de rigor me fui a casa dispuesto a dormir al menos diez horas, y eso es lo que hice.
Para lo que no estaba preparado era para la visita que recibí.
- Luis, Luis... Luis despierta, LUIS!!!!
Por fin el berrido me hizo abrir los ojos y del susto que me pegué al encender la luz casi llego hasta el techo
- Abuela!!! ¡pero que haces aquí!,¡que estás muerta joder!
Vale, era obvio pero seguro que a vosotros tampoco se os ocurren ideas geniales si se os presenta a las tres de la madrugada una abuela muerta y enterrada
- Luisito! no te consiento que digas palabrotas! y es de muy mala educación dormir sin pijama, ¿qué iban a pensar los vecinos si hay un incendio y tienes que salir a la calle desnudo?
- Perdona abuela, pero es que me has dado un susto de muerte y tampoco deberías haber entrado sin llamar ni sentarte en mi cama sin permiso
Decididamente mi mente estaba funcionando de una forma un poco extraña, aunque no tanto como para no detectar que pese al salvaje tirón de sábanas que tapó mi desnudez, mi abuela no se había bamboleado, era como si las sábanas hubieran resbalado debajo de ella sin rozarla, y eso que no era lo que se dice ligera, eso me hizo fijarme en que no notaba su peso en la cama, una cosa llevó a la otra y...
- Abuela, pero tu no estabas muerta?
- Pues claro que estoy muerta, luisito, hijo mío, que no te enteras de nada, pues bién que te vi en el entierro, claro que no le quitabas ojo de encima a la hija de la Antonia, que desde luego, menudo vestido llevaba para ir a un funeral, ya le decía yo a su madre que en un colegio público no podían enseñarle modales y que se iba a estropear la chica pero claro, la Antonia siempre sabía más que nadie y fíjate tu ahora, muy mona la niña, muy mona, pero de color a un entierro, claro que su madre tampoco llevaba medias así que vete tu a saber, igual las monjas no hubieran podido hacer nada, que pena, hijo mío, que pena, con lo guapa que es
- Ya, ya, bueno, pero abuela, ¿qué haces aquí? -Empezaba ya a temerme que la conversación derivara a la indumentaria de todos y cada uno de los presentes en el entierro, además la mención a Sofía y su vestido azul me habían llevado por lógica asociación al escote del susodicho vestido azul y este pensamiento estaba provocando una reacción debajo de la sábana que por nada del mundo quería que mi abuela pudiera identificar.
- Uy hijo, que impaciente, con las ganas que tenía de hablar un rato contigo dijo mi abuela mientras ponía cara de ofendida, -pues ya que comentas lo del nicho, ¿yo había comentado algo? - el caso es que venía a pedirte que me saques de ahí
Si, claro, pensé, como si fuera tan fácil, no mire, que no me gusta mi nicho, que es una horterada, quiero el de enfrente que tiene vistas al mar, toda una vida mareando a gerentes de hotel acaba por tener estas consecuencias, aunque como de costumbre no fui capaz de decirle a mi abuela lo que pensaba
- Abuela, que no se puede cambiar a la gente de nicho, además, son todos iguales, ¿por qué quieres cambiar? -error, error, no se le debe de seguir la corriente a un muerto, y menos a uno como mi abuela, si os encontrais uno no le hagáis ni caso, vosotros a lo vuestro.
- Por Dios, Luisito, es que me han metido con tu abuelo, y yo prometí aguantarlo hasta que la muerte nos separara y resulta que ahora la malasombra de la Irene nos mete juntos, que ya se yo que ha sido ella que nunca tuvo idea buena, mira que ya de niña se la veía venir que era más mala que rematá
- Pero que te pasa ahora con el abuelo? – la corté en cuanto paró para coger aliento, no estaba dispuesto a escuchar otra vez batallitas de infancia de mi madre
- Mira hijo mío, esto son historias de mayores, tu cámbiame y ya está, vale? un beso cielo que ya me tengo que ir, que sueñes con los angelitos y no te olvides de rezar el jesusito, y tápate, por favor- y sin mas, desapareció
Y ahí me quedé alucinado, mirando el hueco en el que un momento antes estaba mi abuela, sin saber que pensar, no recuerdo haberme acostado, ni apagar la luz pero evidentemente lo hice porque cuando sonó el despertador la habitación estaba casi tan oscura como mis ojeras.
Estuve todo el día dándole vueltas, al final me convencí de que había sido una alucinación, un mal sueño provocado por las emociones vividas, aunque no podía dejar de tener algo de curiosidad así que llamé a mi madre
- Mamá. oye, tu crees que la abuela estará bien con el abuelo?
- Cariño, estás bien? te pasa algo?
- No, no, tranquila, es solo que creo que no se llevaban muy bien no?
- Pues no, se llevaban fatal, pero están muertos, no creo que ahora se puedan pelear, no crees?
Me sentí como un estúpido y pasé a hablar de tonterías para disimular, esa noche por si acaso me tomé un par de pastillitas para asegurarme un sueño relajador.
Pero ni pastillas ni nada, mi abuela acudió en cuanto me acosté a recordarme que se quería mudar, y ya de paso me contó los cotilleos de mis primos del pueblo que no habían acudido al entierro, me pegué todo el día como alma en pena durmiéndome por las esquinas.
La tercera noche que mi abuela vino a pedirme otra vez que la moviera de nicho, y tras contarme con detalle una discusión que había tenido con el abuelo acerca de la calidad de su ataud decidí hacerle caso. O la cambiaba de tumba, o moría yo de agotamiento así que una estúpida idea arraigó en mi cerebro anestesiado por el sueño y echó raíces firmemente.
Me cogí el día libre en el trabajo alegando estrés, el jefe puso mala cara pero me dijo que ya me había notado agotado, realmente lo estaba pero en vez de irme directo a la cama como me aconsejó me fui al hipermercado a buscar las herramientas que necesitaba, martillo, escoplo, cemento, un lumigas, un cubo, una llana y una estructura de ruedas de esas para llevar maletas, es lo mejor que se me ocurrió para mover el ataud, ahora se que era una tontería pero que queréis, tenía mucho sueño.
Por la tarde fui al cementerio con el material en la mochila y me acomodé a esperar la noche, el plan era estúpido pero en ese momento cualquier cosa me parecía mejor que otra noche de cháchara con mi abuela muerta así que cuando se hizo de noche y ya no quedaba nadie por ahí me planté enfrente del nicho
Por suerte estaba casi a ras de suelo y todavía no había llegado la lápida así que solo tenía que romper una capa de cemento y unos cuantos ladrillos, más difícil de lo que parece pero no imposible, y muy, muy ruidoso.
Cuando noté la mano en el hombro pensé que era mi abuela y ni me asusté, estaba sacando ya el ataud de la tumba y me pareció de lo más normal que viniera a saludar, así que cuando me volví y vi la cara de un chaval con gorra me llevé un susto de muerte y me dio por gritar.
El pobre chico se asustó aún más que yo al ver mi reacción y también se puso a chillar histérico, era su primera semana de segurata y todavía no se le había pasado el susto de vigilar un cementerio.
Solo pensé en que tenía que hacerlo callar, nunca quise matarlo, pero el martillo era realmente pesado y había estado usándolo para golpear fuerte así que se me fué la mano y de repente me encontré con otro muerto más al que recolocar y me entró el pánico.
¿A que no sabíais que en un ataud pueden caber dos cuerpos? pues si son delgaditos caben perfectamente, lo más difícil fué imitar la letra del sepulturero para que la capa de yeso quedara igual que antes, menos mal que había hecho una foto antes de romperla, cuando limpié todo ya era casi de día y no se como pero conseguí llegar a casa sin más tropiezos.
A las visitas de mi abuela ya me he acostumbrado, le he explicado que hasta que no se pase el revuelo de la desaparición del vigilante no puedo ir a cambiarla de nicho, la verdad es que últimamente parece que hasta disfruta de su nuevo amigo, al menos ya no se pasa todas las noches en mi cuarto y puedo dormir un poco.
Lo malo es que ya ha venido un par de veces el abuelo a quejarse del ruido que arman, yo creo que está celoso, dice que o le llevo una señora a él o que saque a los otros dos de su nicho.
El psiquiatra dice que debo hacer un trabajo de introspección.
Y yo solo quiero dormir.

9 comentarios:

Susy dijo...

Si la abuela os tuvo en que no entendía las frases de doble sentido ni el cinismo... fijo que era listísima. Y no quieres café? pues toma tazas.
Y ya ves, acompañadita, levantando celos y el nieto en perpétua vela.

Por cierto, sería justo que al abuelo también le dieras caña.
Me he divertido jajajaja.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Yo lo idem que susy...me divertí...
Besotes misticos.

Anónimo dijo...

Yo no me he divertido, tal y cómo etá mi situación...me da terror, pensar...ya sabes.

Bsssss.

Sé, con total certeza, que soñaré y soñaré y soñaré.....

Unknown dijo...

Jajajajajajaja, para que luego digan que son unos vecinos muy tranquilos ;-)

Coro dijo...

Genial, muy bueno... Felicidades.

pedazodecaos dijo...

hacia mucho que no me reia tanto leyendo un post de alguien. Buenisimo el relato, de verdad

Lúzbel Guerrero dijo...

Me sumo a los elogios de mis antecesores, me ha encantado. Una buena forma de empezar el día.

INMA VALDIVIA dijo...

Muy bueno, muy bueno, al principio me sonaba la experiencia, pero ¡jó!, cómo sabes darle la vuelta a la tuerca...
Enhorabuena!

Anónimo dijo...

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