MICRORELATOS
Le despertó un olor agrio a goma quemada, abrió la ventana, Madrid ardía por completo.
Alarmado por el extraño silencio y las franjas multicolores del cielo tan solo necesitó una ojeada al calendario para comprobar la fecha, 11 del 11 del 2011.
Con un rápido cálculo decidió que prefería estrellarse saltando desde su ventana del piso 111 a ser alcanzado por las llamas que ya podía sentir quemando su espalda.
Mientras caía cada vez más rápido iba repasando la corta película de su vida, de repente comprendió demasiado tarde el dibujito impreso en la pasti que había tomado con los colegas, eran unas llamas sobre un cielo multicolor.
Era para un concursillo de relatos que monta la SER, aquí podéis encontrar los ganadores:
http://www.escueladeescritores.com/concurso-cadena-ser
Podéis hacerme la pelota y decir que el mío era mejor, yo así lo creo.
6 comentarios:
Bueno, el ganador de "ayer oí hablar al Papa" me parece buenísimo, sigue poniéndome la piel de gallina.
De esta semana, el de Madrid, francamente me gusta más el finalista que el que han premiado, eso sin contar con que por supuesto el mejor era el mío ejm, ejm.
hay que fijarse en los colores antes de saltar.
Querida, soy la asturiana. A partir de ahora tendrás una rival más con quien competir, no conocía este micro-concurso... Y sí, es 20 veces mejor el tuyo que el ganador, pero cuidado con el finalista, me parece el mejor de todos los que he visto hoy en la página, junto con el del petit cabron...
besos
Hola asturiana!! genial que participes, pero mándame los tuyos que quiero cotillearlos, ok??? y si quieres te los cuelgo aquí en plan colaboración especial del público :)
A mi también me encantó el finalista, de todos formas sigo considerando el mejor el del Papa (¿ese es el petit cabrón??)
Es este. Me gusta porque de la frase donde otros sacaron cadáveres, este sacó Historia y restos arqueológicos...
Bajo la primera capa de barro que quitaron, apareció una imagen sorprendente. Al principio parecía una simple roca, un estorbo en el trabajo. Ahora se había convertido en una gruesa losa pulida sobre la que destacaban las inscripciones. El capitán Bouchard movió la cabeza con aire de fastidio: las tareas no avanzaban y los cañones ingleses se oían cada vez más cerca de Rashid. Al inclinarse sobre la piedra negra reconoció los signos griegos; también le eran familiares los curiosos dibujos dispuestos en líneas regulares. Se incorporó despacio. El sol caía a plomo sobre el delta, arrancando furiosos destellos al gran río. —Sáquenla con cuidado, soldados. Al pequeño cabrón le encantan estas monsergas de los faraones.
Si, la verdad es que es chulo, no me acordaba.
Publicar un comentario