15.6.08

SILLA

Lleva demasiado rato en el despachillo, últimamente está despistado, ausente, dice que tiene mucho trabajo pero...... bueno, eso, que no se si creerle.

Cuando decido subir para recordarle que los abuelos vienen a comer no lo hago con intención de pillarle ni nada así, pero cuando al abrir la puerta me doy cuenta de que está tan concentrado en la pantalla que ni se ha percatado de mi entrada reconozco que me esfuerzo en hacer mis pasos sigilosos, fácil con suelas de goma.

Todavía lleva el pijama, verde, de algodón finito, aún es de los de invierno de pantalón largo pero como hace calor se ha puesto una camiseta de manga corta, desde atrás me fijo en su pelo recién cortado, me gusta cuando vuelve de la peluquería con la nuca recortada y unas pocas canas brillando entre el pelo negro, y sobre todo me fijo en sus brazos, demasiado blancos, demasiado blandos, enternecedores, ¿alguien más se habrá fijado? ¿qué estará tecleando con esa concentración?
Me acerco cuidadosamente por detrás y en el último momento, antes de mirar la pantalla le sujeto con mis manos sus brazos mientras apoyo su cabeza entre mis pechos, se pone rígido pero no hace ningún movimiento, deslizo las manos acariciando sus antebrazos desde la axila, el suave hueco detrás del codo, llego hasta las manos entrelazando mis dedos con los suyos y apartándolos del teclado, me inclino para besarle el cuello en ese punto entre la oreja y la nuca que le produce escalofríos cuando lo recorro con la punta de mi lengua, está paralizado pero no puede evitar echar la cabeza ligeramente hacia delante y emitir un cierto quejido, atraigo sus manos entre las mías hacia su pecho para acariciarle, sus dedos y los míos tocando los pezones erectos, el cuello, la boca, le suelto y hago girar la silla para ponerlo enfrente mío, lo miro a los ojos pero los cierra casi en el acto mientras me siento a horcajadas sobre él con mucho cuidado de no resbalar con las ruedas, me afianzo sobre dos de las patas y pongo sus manos en mis pechos, los aferra como si tuviera vértigo, busco su boca, sus ojos, sus cejas, su nariz choca con la mía y mis dientes muerden sus labios, hasta que noto que los abre y que su lengua se desliza entre los míos, sujetándome a sus hombros me incorporo ligeramente levantando mi falda hasta que localizo su erección encajándose en la oquedad que forma mi ropa interior, la humedad traspasa el raso y puedo sentir cada uno de los golpes que provoca su sangre llenando los tejidos, él acusa los movimientos de mi pelvis

Me empuja hacia atrás para alcanzar con su boca mis pezones, al arquearme bruscamente choco con la mesa e impulso la silla peligrosamente, la reacción instintiva de agarrarme a algo me deja cara a cara con la pantalla del ordenador.

Veo en un flash una hoja excell llena de números justo a tiempo de que él recupere el control de la silla, de mi piel y de mi mente.

2 comentarios:

Blas dijo...

Venga va, cuentame que te han dicho los números de tu fugaz mirada, que quiero poner la historia en contexto de si es antes de dar el paso o despues.

Blackberry dijo...

Mmmm... no sé por qué, me imaginaba a los protagonistas de la historia mayorcitos, como de la tercera edad (será por la descripción de los brazos de él?)