25.3.06

ABUELA

Antes medía metro setenta, metro ochenta con los estupendos tacones que solía llevar, toda una cabeza de diferencia con respecto a sus amigas, la Pili cayó en el 93, a Luisa y a Pepa las perdió de vista cuando se casaron, a Ana no la volvió a ver tras la guerra, ni a ella ni al mantón heredado de la abuela que le dejó para su puesta de largo, echa mucho de menos a su mantón, era negro y con chinos bordados, dicen que Ana escapó a Francia, ¿Para qué querrá ella un mantón en Francia?
Ahora se ha hecho chiquita, chiquita, si alguien se molestara en medirla no creo que diera más allá del metro cincuenta, parece que con los huesos también se le ha hecho chiquito el cerebro y por eso no le cabe todo lo que tiene dentro y lo suelta en los momentos más inoportunos,

- Pero hija! Cuánto te has engordado!, anda cóseme este botón que yo ya no tengo ojos.

Antes también pensaba que estaba gorda, pero no lo decía, o al menos no a ese volumen y delante de todo el comedor, ¡qué pulmones tiene para estar a las puertas de los 90!
Ella no sabe que está chiquita, se cree que ha adelgazado, y está muy orgullosa, nunca llevó bien la tripa que se le quedó después del último parto

- Me hicieron mal el paquete cuando sacaron a la niña, cuida hija mía con los médicos que no tienen ni idea, ¿te he contado que casi me muero con la tercera?

Si abuela, me lo has contado un millón de veces, pero si quieres, puedes contármelo otra vez.

- Dile a tu hermano que tiene que llevarme al hotel, y cómprame una chaqueta que ésta se ha pasado de moda, ¿iremos el viernes al Corte Inglés? Anda, vamos a casa que me canso.

Mi abuelo me mira con cara de resignación, entre otras cosas porque yo no tengo hermanos, supongo que el que tiene que llevarla al hotel es mi padre, y el hotel es el hospital, que últimamente dice que la tratan muy bien y que es un hotel al que va a descansar cuando se enfada con el abuelo, la chaqueta es nueva, se la regalamos por Reyes, y hace dos años que vive en una residencia sin pisar la calle, vamos, que no ha dado una, pero a mi me da lo mismo, la cojo del brazo y me la llevo a pasear pasillo arriba y pasillo abajo, asombrándome una vez más de verle la coronilla, ella, que siempre fue tan alta.

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