17.6.06

DOS Y DOS SON CUATRO

Estaba entrenado para buscar la clave, el dato anormal, la pista escondida.

Desde primaria, en un colegio de curas, siempre había oído la misma letanía “Leeros bien el enunciado”, así que tras un largo proceso educativo culminado con un inutil título en una especialidad de ciencias puras era un auténtico experto en examinar enunciados y en tomarse su tiempo antes de intentar resolver los enigmas.

Porque eso es lo que era, un enigma.

La solución evidente no podía ser, todo su sentido crítico rechazaba la posibilidad de haber encontrado el Amor, con mayúsculas, con mechas rubias y apartamento en la playa, con juventud, belleza, inteligencia, humor y buen sexo. ahí había truco.

Lo examinó desde todos los ángulos posibles, le dio vueltas durante meses y ni aún así encontraba el fallo, ni siquiera existía el lógico desgaste de una relación que estaba dejando languidecer durante años por falta de decisión mientras miraba dentro y fuera a la caza de esa variable escondida que le daría la solución perfecta, 2+2=4,

Mientras tanto ella seguía allí, tan entusiasta como el primer día, siempre con ganas de viajar, siempre con ganas de hablar, siempre con ganas de besar, sin quejas, sin reproches, perfecta.

Esa mañana mientras se afeitaba para ir al trabajo encontró la clave.

La alegría conocida del problema resuelto le subió por el pecho como una oleada, ese sentimiento de cerrar un círculo, la satisfacción del deber cumplido, del examen aprobado cum laude, esa vieja amiga, la certeza, por la que había abandonado tantas cosas, reventó en su corazón y le recorrió el brazo hasta la punta de los dedos cerrados alrededor de una maquinilla.

Mientras se desplomaba en el suelo entendió que la clave, la incógnita, el dato desconocido, era el tiempo.

Su tiempo se había acabado en un infarto fulminante.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Guau!!
Si no fuera porque mi amor no llevará mechas rubias, pensaría que me has dedicado un post.
¿debo darme por aludido?
De todas formas, siempre he creido que 2 y 2 son 4 sólo en los centros docentes, en el resto de la vida, nunca me cuadra.

PRIMAVERITIS dijo...

Nunca digas de este agua no beberé ni mi amor no se teñirá el pelo.

Anyeloso dijo...

El tiempo transcurre incontrolable, pedaleo y pedaleo, me quejo por ello, y cuando deje de pedalear no podré ya ni quejarme.

El tiempo tiene un poso de crueldad, es lento en los malos momentos, es vertiginoso cuando estás tocando el cielo.

Y quien dice que el tiempo lo cura todo pensando que cura lo malo no es consciente que también cura lo bueno.

Mientras me planteo por qué soy feliz, mientras me hago preguntas sin respuesta, se me está escapando de las manos la felicidad.

Anónimo dijo...

Eso, eso, nunca digas de este agua no beberé, porqué a lo mejor, es lo único que te queda por beber...

marga dijo...

Nos damos tantos batacazos que estamos acostumbrados a pensar que lo bueno no existe... mejor disfrutar del momento.
Me ha encantado!!

Susy dijo...

Me has traido cosas a la memoria que ahora, quizás, pueda resolver.
De algo o mucho me servirá.

Besos

JML dijo...

La leo.
'Pequeñas heridas' es un MUY buen relato breve.
La seguiré leyendo.
Saludos.

PRIMAVERITIS dijo...

Anyeloso, si es que andas muy ocupado como para perder tiempo en ser feliz.
Mística, totalmente de acuerdo.
Perlimpina, me parece que tu ya disfrutas, chica lista.
Susy, ya nos contarás que tal van tus reflexiones.
Escritor, muchas gracias, me encantan los halagos.